30 septiembre 2014

Siete mamás más raras del reino animal

El amor materno es capaz de convertirse en el propio alimento de su cría.
Nos guste o no todos tenemos y necesitamos una madre, incluso los animales. Sin embargo, algunas criaturas que habitan el reino animal tienen un concepto distinto sobre lo que es ser una buena mamá. Entre las técnicas maternas más extrañas está la de convertirse en alimento de sus propio hijos.

1.  Gallinas: Las mamás de los pollitos se toman muy en serio sus obligaciones. Poner huevos no es nada fácil, las gallinas necesitan una dieta rica en calcio, pero si no reciben este suplemento, las mamás gallina disuelven sus propios huesos para crear los huevos que protegerán a sus crías.

2. Cucúlidos: Los cucos han descubierto una manera única de sobrevivencia. Los cucúlidos hembra depositan sus huevos en los nidos de otras aves, de distintas especies y a menudo más pequeñas.  Al hacerlo, el otro pájaro se encargará de la laboriosa gestación y cuidado del pequeño. El polluelo de cucúlido generalmente nace antes que los demás; igualmente crece más rápido, empujando a las otras crías fuera del nido, donde mueren. Así, este bebé recibirá toda la atención de sus padres adoptivos, dándole mayores posibilidades de supervivencia. 

3. Hormigas “chupa sangre”: La pequeñísima especie de hormigas Adetomyrma orindua de Madagascar tiene una muy extraña forma de demostrarle amor a sus hijos. Estas hormigas practican algo conocido como "canibalismo no destructivo." Cuando la reina da a luz a las larvas, ella y las otras hormigas mastican el cuerpo de los recién nacidos para extraer un fluido del sistema circulatorio, la hemolinfa, que sería el equivalente de la sangre en los mamíferos, no obstante, las larvas no mueren.
Las hormigas tienen un comportamiento social de transferencia de fluidos entre sí, por lo que se pueden practicar una forma rudimentaria de ese comportamiento. Los científicos no pueden explicar por qué estas hormigas hacen esto, pero chupar la sangre de los jóvenes parece ser una extraña manera de mostrar afecto.

4. Ballenas grises: A veces, las madres tienen que hacer un gran esfuerzo para proteger a sus crías, como las ballenas grises que migran miles de kilómetros de las frías, pero ricas en nutrientes, aguas árticas hasta aguas tropicales, pobres en plancton, que se localizan en la costa de México para dar a luz.
Aunque el lugar de nacimiento aleja a las ballenas de su principal suministro de alimentos, estas aguas  están libres de las peligrosas orca que cazan ballenas recién nacidas.  Los ballenatos se alimentan de leche materna rica en grasa (53%) que les ayudará a construir una capa de aislante de grasa corporal antes de regresen al Ártico.
Las ballenas madre pasan meses sin recibir alimento, pero aún deben producir leche alta en calorías para sus bebés. Durante este tiempo, los cetáceos hembra pueden perder hasta 8 toneladas de peso.

5. Arañas: Para varias especies de las arañas Stegodyphus, el amor maternal se expande en por su telaraña. Las hembras adhieren sus capullos de huevos a sus redes y velaran por ellos hasta que nazcan los bebés. Una vez que las arañas han eclosionado, la madre regurgita la mayoría de sus comidas para alimentar a sus crías.
Al mes, las arañitas inyectan un veneno, matando a su madre para después devorarla. Luego, las arañas se convierten en caníbales y se comen entre ellas, las sobrevivientes abandonan la telaraña.

6. Copépodos: Este tipo de crustáceo seguramente tiene el parto más doloroso de todos. La pequeña hembra (sea louse) tiene que lidiar con machos que impregnan hasta 25 hembras a la vez.  Además de esto, en el momento que el copépodo está listo para dar a luz a cientos de  bebés, éstos comienzan a masticar sus entrañas para emerger en este mundo.

7. Rana venenosa: Las ranas flecha roja y azul (Oophaga pumilio) están por encima de todas las madres. Después de poner hasta cinco huevecillos y verlos eclosionar, la rana flecha roja y azul lleva uno a uno sus renacuajos en  la espalda hasta la copa de árboles de hasta 100 pies. La rana busca agua en las hojas de los árboles para crear piscinas individuales para cada una de sus crías.  Durante seis u ocho semanas, la madre alimenta a sus hijos con sus huevos no fertilizados para que sus renacuajos se conviertan en ranas jóvenes sin tener que comerse uno al otro.


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